lunes, 27 de junio de 2011

# 1: Bocados de Locura

     Los músculos se tensan con la espera. Los minutos pierden forma y se convierten en horas y segundos sin orden ni concierto. El aire parece volverse extremadamente fino, como si escaseara. El corazón desbocado campa a sus anchas llenando todos los rincones de la habitación en los que descansan los recuerdos. La mente es un lienzo en el que aparecen y desaparecen millones de escenas que nacen de las penas y descansan en tus venas al calor de saberse ocultas dentro de tu oscuridad. La confusión se hace visible, te rodea y te abrasa como un millón de soles.
     De repente, el silencio. La claridad repentina que sólo puede traer el descubrimiento de la piel escondida, la aparición de la carne fresca que no tarda en encender con sangre tus ojos, agudizando los sentidos y dando rienda suelta a los latidos de tu alma mestiza. Los dedos, temblorosos, acarician la piel suave del desenfreno, el descarrilado tren de las pasiones ahogadas y los sueños febriles. Saben qué quieren, y pronto lo dejan ver, entrelazándose y desdibujándose en mil figuras de aire que adornan al cuerpo tumbado ante tus ojos, mientras los tímidos gemidos nublan tu visión.
     Y ahí te encuentra la tranquilidad, envuelto en los adictivos bocados de locura que dejarán imborrables cicatrices en todo tu cuerpo. Ahí te encuentra la calma, que llega como agua de mayo tras el torbellino de momentos que se esfuma como la polvareda que levantan tus pasos sobre el camino que acabas de transitar. Ahí te encuentras, y mientra las eternas despedidas del momento que acaba de irse te laceran las carnes, sólo puedes sonreir y despedirte con un esperanzado "hasta luego".

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